martes, 5 de agosto de 2008

Los Viajes de Créduler

Capítulo I


El autor da alguna información de él y de su familia; primeras incitaciones a viajar. Decide coger un avión a Australia. Se compra el billete. Se le pierde el billete. Lo encuentra. Lo tira a la basura. Se vuelve a su casa. Se compra otro igual. Se va a Australia.

Hola a todos. Mi nombre es Muelle Créduler. Me pusieron ese nombre para que nunca olvidase que las vacas se ordeñan por orden alfabético. Nací a través de la vagina de mi madre y me gustan las patatas con guchuflete. Tengo dos hijas, y las dos son trillizas, pero espero que nunca se enteren. Mi mujer es un espárrago del tamaño de dos espárragos pequeños unidos al unísono. Cuando sea mayor, espero tener tantos hijos que tenga que darles de comer panizo mojado en agua del grifo. Ésta es mi historia.

Cansado de la vida rutinaria que conlleva estar casado con una verdura, un día decidí viajar. Encendí la televisión, y la aplastante cantidad de programas de calidad que se emitían se abalanzó sobre mí como un oso hormiguero se abalanza sobre una guía telefónica. De pronto me desmayé, y soñé que me convertía en el logotipo de una marca de crema de chocolate con avellanas. Es por esto que decidí coger un avión a Andorra. Pero como Andorra es una mierda pequeñísima, al final opté por Australia.

Así pues, compré el billete. Se me perdió el billete. Lo encontré. Lo tiré a la basura. Me volví a mi casa. Me compré otro igual. Me fui a Australia.

Por extraño que parezca, al llegar a tierra, me di cuenta de que todo era rosa. No quiero decir con esto que me cambiase de acera, no. Yo a los maricones los mato a golpes de mechero Zippo® y los trituro con la Minipimer® hasta que quedan hechos sopa Sopinstant®. Quiero decir que la terminal era rosa, las personas eran rosa, el cielo era rosa, las panteras eran rosa... Todo era tan rosa que estaba seguro de que, por algún error o infortunio, había llegado no a Australia, sino a algún país hecho de algodón de azúcar. Es por esto que empecé a chuparlo todo con tanto ahínco que se me cayó la lengua. Me la puse en la boca otra vez y empecé a preguntar a todo el mundo qué pasaba...

4 comentarios:

Perdi dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Perdi dijo...

Madremia More que emoción...que incertidumbre, no puedo esperar a leer el segundo episodio. Ni siquiera el capítulo piloto.

No me sudaban tanto las manos desde que vi George de la Jungla...












CagonBrendanFraser!

Strangers in Hull dijo...

jajaja Viva Brendan Fraser! Y Viva La Momia 3: La Tumba del Pez Espada Dragón! (Vaya castaña...)

El Andariego dijo...

Exceptuando el acceso de homofobia agresiva, yo tuve una experiencia similar a la del señor Muelle hace un par de años en un vuelo con destino Cincinnati (Ohio). Al volver nadie creyó mi experiencia. Testimonios como el suyo hacen que uno recobre su credibilidad. Impagable documento.Una explicación que yo había barajado sería que el piloto hubiera pulsado por error el botón del hiperespacio.