Aquí tenéis un nuevo delirio sobre el amor. Gracias Perdi por secundarlo ya que los demás parecen tener menos sensibilidad que un peine amaestrado. Para las personas interesadas en delirios varios os pongo mi blog personal: jalomanda.blogspot.com pasaos y delirar sin miedo a perder la compostura.
EL ÚLTIMO BESO.
Él se despertó con una extraña enfermedad. En la cama postrado con los ojos bien abiertos, mirando al techo blanquecino, se dio cuenta que había perdido completamente la sensibilidad de sus labios. No sentía nada. No podía entender como la noche antes se encontraba bien, aunque presintiera que algo le iba a pasar a sus labios gastados, aun así no podía explicarse que sus labios dejaran de sentir.
No sentía nada, la besaba y ya no sentía el calor de aquellos labios juntos y húmedos que le reconfortaban en las noches más oscuras. No podía sentir la ternura, no podía sentir el placer de besar suavemente la tímida y delicada boca de ella.
La enfermedad de él no era física, ni siquiera era una enfermedad.
Él sabía que su último beso había llegado. La besó por última vez y se marcho de su lado.
Ella se levantó pensando que no había más besos en su bolsita de los besos. Tenía la teoría de que los besos se gastan, si besas demasiado los gastas muy pronto y si no besas nunca se acaban secando. Los besos se guardan en una bolsita muy cerca del pecho, entre el corazón y el alma y se alimentan de sonrisas cómplices, miradas profundas y abrazos sinceros. Si no los alimentas se secan y desaparecen. Pero los besos no se secaron esta vez sino que se gastaron. Por más que buscaba y buscaba dentro de su bolsita, ya no quedaba más de un beso para él. Ella le miró, le dio el último beso y se alejó para siempre de su lado.
Él y ella no se conocen. Viven a mas de mil kilómetros de distancia, pero ambos sabían y sentían lo mismo, que una vez que los besos se acaban solo queda alejarse.
Uno no sabe cuántos besos le quedan por dar a determinada persona. Pero un día te levantas y sabes que algo ha cambiado, que no te quedan más besos por dar a esa persona. Puedes llegar a pensar que quizás en un futuro, al verle renacerán desde el olvido hasta el recuerdo esos besos que se esfumaron por tanto gastarlos o porque se secaran y puede que así ocurra, que todo renazca. Pero hoy no hay besos, hay vacío y tristeza por tener la bolsita seca y desolada. Tristeza por haber perdido la sensibilidad de tus labios, los besos dejaron de saber igual y se fueron apagando hasta llegar al olvido.
EL ÚLTIMO BESO.
Él se despertó con una extraña enfermedad. En la cama postrado con los ojos bien abiertos, mirando al techo blanquecino, se dio cuenta que había perdido completamente la sensibilidad de sus labios. No sentía nada. No podía entender como la noche antes se encontraba bien, aunque presintiera que algo le iba a pasar a sus labios gastados, aun así no podía explicarse que sus labios dejaran de sentir.
No sentía nada, la besaba y ya no sentía el calor de aquellos labios juntos y húmedos que le reconfortaban en las noches más oscuras. No podía sentir la ternura, no podía sentir el placer de besar suavemente la tímida y delicada boca de ella.
La enfermedad de él no era física, ni siquiera era una enfermedad.
Él sabía que su último beso había llegado. La besó por última vez y se marcho de su lado.
Ella se levantó pensando que no había más besos en su bolsita de los besos. Tenía la teoría de que los besos se gastan, si besas demasiado los gastas muy pronto y si no besas nunca se acaban secando. Los besos se guardan en una bolsita muy cerca del pecho, entre el corazón y el alma y se alimentan de sonrisas cómplices, miradas profundas y abrazos sinceros. Si no los alimentas se secan y desaparecen. Pero los besos no se secaron esta vez sino que se gastaron. Por más que buscaba y buscaba dentro de su bolsita, ya no quedaba más de un beso para él. Ella le miró, le dio el último beso y se alejó para siempre de su lado.
Él y ella no se conocen. Viven a mas de mil kilómetros de distancia, pero ambos sabían y sentían lo mismo, que una vez que los besos se acaban solo queda alejarse.
Uno no sabe cuántos besos le quedan por dar a determinada persona. Pero un día te levantas y sabes que algo ha cambiado, que no te quedan más besos por dar a esa persona. Puedes llegar a pensar que quizás en un futuro, al verle renacerán desde el olvido hasta el recuerdo esos besos que se esfumaron por tanto gastarlos o porque se secaran y puede que así ocurra, que todo renazca. Pero hoy no hay besos, hay vacío y tristeza por tener la bolsita seca y desolada. Tristeza por haber perdido la sensibilidad de tus labios, los besos dejaron de saber igual y se fueron apagando hasta llegar al olvido.
2 comentarios:
Snif Snif Snif,,,
Tendrás tu respuesta en unos días...
Chooou
...ya lo decía Sabina:
'Descubrieron que los besos no sabían a nada...'
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